«Primero debe hacerse el movimiento forzoso y luego entregarse a la meditación y no a la inversa.»
Blumenfeld
Hacía mucho que venía reflexionando acerca de la espontaneidad.
Sostenida por la filosofía tan de slogan de cosmética francesa (-“Porque SHO lo valgo”), en mis relaciones con casi todos los candidatos – que, últimamente, habían sido solo malas experiencias para contar, material de estudio, hombres que no sobrevivieron a más de una cita o, a lo sumo, a dos o a tres – me desplegaba con mi personalidad colorida y, al menos, intimidante sin hacer interferir filtros, diluyentes ni suavizantes.
Nada.
Y hay que reconocer que el recurso era bastante efectivo si es que una quiere asegurarse de que la cosa avance solo cuando haya conexión real. Expuestos a la Vera versión completa, con bonus material, extras, escenas inéditas y sound track, los hombres han huido con bastante rapidez hacia otras tierras más calmas. Lo que deja todavía vacante la cuestión no menor de mi soledad irresuelta.
Ayer, durante la tarde, volví a ver a Salma, mi amiga ajedrecista.
Le conté mis cuitas y, estratega como es, no pudo evitar avergonzarse de mi, una vez más.
-“Para las Ateneas de este mundo, la espontaneidad no existe” – sentenció. Y se dispuso a explicarme acerca del Jaque Mate Pastor.
-“Primero lo primero. Te gustó y si: movés para adelante, inequívoca pero cauta. Solo un par de casilleros que muestren que vas hacia él y no hacia otro. Con ese movimiento lo involucrás, hacés que te preste atención.”
Me reí, pensando en mis manifestaciones impulsivas y equívocas. En ese momento, empecé a prestarle más atención. – “¿Qué sería lo apropiado?”, le pregunté.
– “La jugada estilo peón se resuelve fácilmente. Elegís un tema que lo convoque, encontrás algo en común que los apasione. Según como sea el candidato, solamente unas sonrisas oportunas pueden bastar” –
-“La tradicional caída de ojos”, afirmo, entendiendo.
Ella ni siquiera me presta atención y sigue hablando, mirando atentamente el esmalte de sus uñas impecables.
-“Luego, una vez que lograste su atención, viene la jugada alfil. Esta movida es, a diferencia de la anterior, bien exigente y requiere de un cierto expertise. Lo que se hace, en este caso, es avanzar – claro-, pero no de frente. La frontalidad asusta,Veri.”
-“¿Moverse en diagonal, como el alfil?- le pregunto, perpleja.
-“Claro, nena. No lo perdés de vista, pero no vas directamente hacia él. Aunque te mueras de ganas.” Salma me mira de reojo mientras chequea el timeline en su blackberry, solo levantando la vista del dispositivo para certificarse de que voy entendiendo.
–Una vez que queda claro que vos sos capaz de ir hacia donde quieras, pero que lo elegís a él, que, aunque esquiva, dominás el tablero, entonces ahí si, jugás con la reina. No hay riesgo de desplegar tu unicidad, tu encanto, tu ser diferente, solo tenés que saber cuándo, Vera.
Peón, Alfil, Reina. Jaque Mate en tres jugadas.” – Remata Salma
“Peón, Alfil, Reina”, repito en voz baja, para no olvidarme.