Archivo de la etiqueta: VeritaSerum

Así en el tetris como en la vida.

«Gotta think quick, like a game of Tetris» – The Cleaner

Juan, hijo de quien les escribe, que tiene casi 6 años y que es ya eximio científico (experto principalmente en juntar piedras exóticas y coleccionar caracoles multicolores, observador de comportamiento de insectos varios y explorador de historias de expediciones y otros misterios irresolutos), también reparte su tiempo libre que encaja entre sus horas de educación formal en el SaintX y mi propia llegada por las noches, en actividades diversas como leer libros de Verne y Walsh, jugar a las escondidas con sus tíos, cocinar con su abuela y practicar el único video juego de consola que su escéptica madre aprueba: el tetris.

Es así, que a razón de una hora promedio de práctica por día, el pequeño saltamontes se convirtió en algunas semanas en un sorprendente jugador, superando ampliamente las magras explicaciones que yo he podido darle leyendo wikipedia antes de lanzarlo al camino del autodidactismo.

Capaz de razonar las lógicas necesarias para triunfar en el juego de acomodar piezas sin dejar blancos, intenta enseñarme, ahora, con palabras que suenan aproximadamente así:
-“Mae, de nada sirve que te preocupes por la jugada actual. Eso es cortoplacista. Si solo considerás la ficha que está cayendo en este momento vas mal, muy mal. Es importante el contexto: tener en cuenta a las piezas que vienen después. Si agudizás la mirada ves que están en fila, esperando que acomodes esta que está ahora cayendo para inmediatamente saltar al vacío.”

Me da el joystick y trato entonces de ampliar la mirada. Poner el foco en lo que va a venir, no en el ahora. Me pregunto como es posible que sea tan evidente para un six-year-old que habitualmente me encuentre enfrascada en situaciones en donde no tengo en cuenta lo que viene. Y cuando el futuro se presenta no estoy preparada para hacerle frente.
Por castigarme con un ejemplo pienso en cuantos tipos han sido solamente eso para mi: la promesa de una (buena?) noche para hoy, pero que no contemplaba la posibilidad de ningún proyecto. En cuantas veces me involucré  en historias ridículas, inadecuadas, inservibles, solo teniendo en cuenta la pieza que necesitaba encastrar en ese justo momento, aunque ubicando las fichas de esa manera a la larga complicara las posibilidades de ganar el juego.

-“Bien, Má! – Me felicita Juan, despertándome de mis metafóricas cavilaciones.
-“Ahora que aprendiste esto te muestro otra cosa que también deberías tener en cuenta” – dice mi hijito y a continuación, enuncia algo así como lo siguiente:

“No subEstimes el valor de una línea: aunque sepamos que hacer “Tetris” (para los ignotos, les cuento que eso es hacer 4 líneas juntas) da un plus de puntos, no debés menospreciar el trabajo de ir llegando al objetivo línea a línea. Es, tal vez, menos adrenalínico y un poco más aburrido, pero es probable que por ese camino llegues más lejos.”

Pienso entonces en el riesgo. Está bien que el que no apuesta no gana pero… ¿es necesario poner en juego todo lo que una tiene cada vez? ¿No sería mejor ir cediendo partes pequeñas, en lugar de arriesgarlo todo? Seguro. Si sale bien, te da el bonus de resolver mucho en una sola jugada… pero… ¿y si no?

Ubico mal una línea y me frustro. Exhalo un grito y largo una serie de improperios destinados a castigar mi propia impericia. No tengo ganas de seguir jugando si no puedo superar a un nene que tiene solo un quinto de mi edad. Me rindo y las fichas empiezan a caer en forma azarosa. Es mucho trabajo, me doy por vencida.

Juan me vuelve a llamar desde la tierra con su último consejo:
-“Y otra cosa más, Mami. Nadie puede pretender jugar de forma inteligente todos los juegos. Tranquila, respirá hondo y volvé a empezar…”

Sonrío, reconfortada por su sonrisa.
Estoy criando a un monstruo.

18 comentarios

Archivado bajo viernes 3 A.M.

Globosofiando

«Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos… necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos» – Como agua para chocolate, Laura Esquivel

Mi amiga Estefanía es Clown. Bueno, trabaja de eso. Su especialidad es la Globología.
Fuera de todo chiste, aprendí a no subestimarla cuando empecé a ver que su pasatiempo empezó a ser para ella una fuente laboral que la lleva a ganar casi el doble de mi sueldo.
Igual mi sueldo es fácilmente duplicable, pero eso sería otro post, para #lascorporativas… (o material para otro blog acerca de la #malasuerteserial at work)

En fin.

Sin irme más por las ramas les cuento que Tefi, como le decimos por el barrio, empezó a explotar esta habilidad de hacer reír a chicos y grandes de forma natural hace añares.
Y a inflar globos y más globos desde entonces: los manipula, les da forma, los ata, los dibuja, los combina, los hace volar y eventualmente los explota.
Pero, más que nada, los infla y los desinfla.

Y sobre eso me hablaba hoy, gesticulando con mohines de payasa, mientras que devoraba cheese cake de maracuyá:

-“De onda Vera, para mi que todo esto tiene un sentido” – me escruta con sus grandes ojos azules. Y sigue.
-“Miralo en los globos:
Cuanto más se des-inflan, más fácilmente se vuelven a inflar. Más resistencia tienen, más capacidad de adaptación a nuevas formas, el aire que pueden contener es mayor. Son más grandes, más fuertes y mejores globos. Mucho mejores globos.
Si no pasan por ese proceso explotan casi en el primer contacto con el aire. Un globo que toma forma definitiva después de haber sido inflado y desinflado muchas veces vive mucho, muchísimo más
.”

No entiendo el paralelismo. Hoy no estoy para metáforas.
Ella hace caso omiso, como siempre. Y sigue, siempre sigue.

-“La #malasuerteserial no existe. Nada de eso. Solo estás entre las pocas afortunadas que pueden entrenar su capacidad de amar algunos años, hasta que llegue el hombre definitivo. Cuando lo veas, vas a estar preparada. Tu capacidad de amar va a ser otra. Vas a poder entender como funciona esto de estar con alguien sin dejar de ser, sin perder la libertad, sin despersonalizarte.
Cada vez que te enamorás, tu corazón se infla, tu cabeza se llena de él, tu vida se vuelve un poco más completa. Cada vez que la cosa no funciona quedás desinflada, sin aire, deformada.
Pero tenés que reconocerlo, es un ejercicio. Es una preparación espectacular.
Y vas siendo cada vez más capaz de querer de veras, mejor mina e incluso, más fuerte.”

Bullshit, pienso.

Se da cuenta, pero de nuevo sigue. Es una bloody clown, sabe de eso.

_ “Vera, podés verte deslucida desde afuera. Podés compararte con los otros globos que nunca han sido inflados. Lucen mejor, es cierto, pero guay que les pase algo, que se posen en un terreno un touch áspero, que les de un poco el sol.
En cambio vos, querida amiga, vos vas a durar para siempre

Y casi por primera vez en este mes, sonrío.

Al final si. Era un día para teorías.

32 comentarios

Archivado bajo amigas

VeritaSerum in the morning

«Ya lo sabemos, todos tenemos un poco de miedo

Ya lo sabemos, todos tenemos un poco de miedo

Cuesta levantarse, a veces » –  Arbol

 

Abro los ojos y lo veo mirándome extrañado, tendido al lado mío. Su expresión me hizo asumir que estaba desvelado desde hacía horas.

Le sostuve la mirada, dejando entrar la realidad consciente a mi mañana de jueves mientras que intrigada le pregunté lo obvio, solo para dar inicio a la conversación:

         “Mi Amor, ¿Qué te está preocupando?”

 

Me confesó la causa de su angustia atragantándose con las palabras:

         Decime… ¿qué tenemos en común?. ¿Qué es lo que nos mantiene unidos? – las palabras surgieron en el medio del silencio como un grito…

 

Tragué saliva con fuerza mientras que en mi cabeza se iban desordenando las estructuras. La pregunta irrumpía inesperadamente y amenazaba el status quo que para mi era tan valioso. La piel se me erizó: ¿Qué clase de pregunta era esta?

 

Le dije, tomando aire y gesticulando con las manos, haciendo ademanes exagerados para minimizar la exteriorización de mis miedos:

-“¡Muchas cosas! ¡Tantas cosas! ¡Todo! «–

Me incorporé en la cama y seguí:

     Nos gustan las mismas cosas, adoramos idéntica música,……,la pasamos bien juntos, ¿no?» – afirmaba y preguntaba como una demente, subiendo linealmente el tono de voz….

-“Ambos preferimos leer antes que casi cualquier cosa, ambos amamos descubrir nuevos rincones en el barrio, los dos somos web adictos, nos encanta el tetris….”

“¿Y que me decís del amor? ¡Nos amamos!!!” –  Ahora yo forzaba la risa, como si la pregunta fuera ridícula.., como descartando cualquier posibilidad de duda al respecto del asunto que él planteaba.

 

Mientras tanto, mi cabeza seguía esgrimiendo, vomitando, las razones por las cuales éramos prácticamente indisolubles el uno del otro, inseparables…

Continué un buen rato y terminé suplicando:

 

-“Además, yo no podría vivir sin vos, no se te ocurra dejarme, Juan

-“No se me ocurre, Mami, no se me ocurre para nada” – me dijo mi hijo y me abrazó sonriendo, mientras pasaba sus dedos por mi pelo enredado.

31 comentarios

Archivado bajo viernes 3 A.M.

Foránea

«Casi morir no cambia nada. Morir lo cambia todo» – Dr House

Cuando era joven viví un tiempo en Inglaterra.

Como toda extranjera latina, yo también gozaba de ese “je ne sais quoi”  que atrae hombres de culturas diferentes a la de una, solo por el hecho de que se nos nota el acento al hablar. Por entonces, yo era una morocha ingenua que no lo parecía, en una tierra lejana que me recibía, ávida de mis excentricidades y jeitos.

Por esa época, además, yo no conocía la mala suerte serial. Como la mayoría de mis amigas y lectoras de este blog, la desgracia llegó a mi vida bien entrados los 25 años.

Hasta entonces, fui una mujercita tranquila, optimista, segura…

Es así que no me extrañó demasiado que durante los meses que pasé en England conociera a Olivier, Jon, Mark, Liam, Sam y a Christopher.

Salí y me divertí a rabiar con cada uno de ellos, los besé a todos con igual pasión adolescente y de cada uno de mis gentleman me separé sin titubeos. Como a partir de mi vuelta, un ancho océano iría a separarnos, no quería permitir que nada demasiado profundo nos uniera.

Así fue que, cuando volví a Baires lo hice sola y en mis valijas no hubo lugar para duelo ni sufrimiento. Estaba feliz con la experiencia acumulada y rescataba eso por sobre otras cosas.

Y mi pasado inglés se quedó en London.

Por una cierta cantidad de meses en forma epistolar algunos de ellos jugaron al héroe  declarando su amor y  amenazando con emigrar hacia Argentina en busca de los favores de la pelilarga de boca desproporcionadamente grande. Yo no estaba para nadie en ese momento e hice de esas declaraciones lo mismo que la mayoría de las otras mujeres: reafirmé mi autoestima, mimé mi ego. Y las guardé en un lugar poco privilegiado de mi memoria.

Cinco largos años después de mi experiencia internacional, mi suerte se había modificado. Mi historial acumulaba historias de infortunio y desamor que luego serían el asunto principal de este blog. Desde que cumplí 25 primaveras la  #malasuerteserial se convirtió en mi estigma y la soledad me eligió de manera sistemática, incansable y persistente como la peor plaga.

Y así fue como durante estos últimos 8 años fui perseguida, acosada, por el recuerdo de Londres.

La chica que había sido era una burla a la mujer en la que me había convertido. Un recuerdo doloroso de juventud, futuro,  posibilidades y despreocupación.

Y, aunque no lo hacía en forma consciente, todavía guardaba en mi cabeza la singular sensación, la extraña teoría de que, en Londres, mi vida hubiese sido distinta.

Luego de cada desamor pensaba en ellos:

Reencontrar a Olivier, Jon, Mark, Liam, Sam y Christopher se volvía un plan. Una posible jugada: la última carta, la final. La que reentrenaría mi suerte y me devolvería a la vieja versión de Vera.

Porque en Inglaterra yo valía. Porque England me volvía candidata, deseable, elegible.

21 comentarios

Archivado bajo arrepentidas

En Guerra

No dejes que los planes que tienes para ti sean más importantes que tú mismo.” – Wayne W. Dyer

Estaba en casa ayer a las 11 pm, lamentando profundamente el fin de los Skittles rojos de mi paquete y maldiciendo mi decisión de no haberme dado cuenta a tiempo, de no haber previsto con suficiente antelación que un lunes a la noche podían pasarme estas ganas terribles, esta voluntad inagotable de caramelos rojos.

Digo que estaba en casa, entonces, compadeciéndome terriblemente de mi misma cuando de pronto sonó la hot line, es decir, el celu personal, ese que solo se usa cuando hay emergencias reales.

Déjenme explicar el hecho de que tengo dos teléfonos celulares:

El del trabajo, que es gratis. Ok, no lo es para la empresa que es mi fuente laboral, pero como forma parte de mis beneficios salariales lo uso sin ninguna culpa. A este teléfono, que prácticamente tengo atado a la mano, mis amigas no llaman, sino que mandan mensajes que ordenan – “me llamás, pls” o, en el mejor de los casos, suplican: “si tenés unos segundos, aparecé”.

Pero también tengo el otro celular, el previo, el primitivo, el personal. Es un motorola viejo que pago por no perderlo, que distorsiona las voces de manera tal que termina casi imposibilitando la comunicación. Teléfono inservible, incómodo y obsoleto, encima hay que pagar para usarlo. Quienes me llaman ahí son, generalmente, gentes con las que no hablo hace una eternidad, que no saben de mi número laboral o, en raras ocasiones, quienes han insistido mucho con el teléfono #1 y finalmente se deciden a barajar la posibilidad del #2.

Les decía que anoche sonó el celular #2 y, obviamente, salté del sofá asustada, wondering quién sería a esas horas, que motivos lo inspirarían y otro montón de pensamientos que increíblemente una puede tener en apenas algunos segundos.

Era Susana, pero no parecía ella. Tenía la voz grave, desfigurada y apenas reconocible.

-“Nena, cómo vas? – le dije, desalentada de antemano por su tono de voz.

-“Quiero tener un hijo, Vera” – me dijo solemnemente. Unos segundos después, empezó a llorar de forma desolada.

-“Voy para allá” – le dije, y seguí hablándole lo más tranquila que pude, mientras que me calzaba la cartera al hombro, levantaba en brazos a Juan dormido y bajaba a la calle, en la búsqueda de un taxi.

Suza está casada hace 10 años con Lou. Ambos tienen 38 años.
Se llevan de maravillas, se aman profundamente y tienen un buen pasar económico. Son increíblemente dichosos juntos, comparten filosofías de vida similares e incluso sueñan los mismos sueños y comparten idénticos ideales.

Lou es belga. Suza lo conoció cuando el Rainbow Warrior número Xxmil (ok, no me acuerdo el nombre del barco, pero es irrelevante) arribó a Puerto Madryn  para manifestarse a favor del proteccionismo de la Ballena Franca Austral.

Fotógrafa, ella, retrató a un flaco de Greenpeace pintando una bandera en una playita de Península Valdez, con tanta buena suerte y tanto talento, que logró una foto de antología.

En esa época no había Twitter, Blogs, Facebook ni nada parecido, pero Suza consiguió rastrear a Lou.

Lou quiso conocer a la autora de la foto más increíble que alguien le había sacado y desde el día que se encontraron no volvieron a separarse.

Me preguntarán dónde está el infortunio en este relato. Si son lectores de este blog, ya saben que lo hay.

Bien, el problema es el siguiente.

Lou no quiere hacer otra cosa en su vida que no sea luchar por la Paz Verde. Viajar por el mundo de manifestación en manifestación, contribuyendo con las generaciones futuras. No tiene tiempo, no quiere tenerlo para nada más.

Entre los claims innegociables de Lou está el big NO a los HIJOS.
No le generan ternura, no siente el llamado de la naturaleza. Cree en plantar un árbol, tal vez en escribir un libro, pero no considera la posibilidad de tener un hijo.
Simplemente decidió que no será padre. Nunca.

Y a Suza esto, en el pasado le venía bien: parecía estar de acuerdo e, incluso, abrazar esta decisión de Lou. Pero era mucho más tolerar y resistir, que querer.. Y la más paciente de las mujeres puede, en algún momento, perder la calma, especialmente cuando la que no se está escuchando es ella misma.

Hoy, que queda claro finalmente para ella, que haber reprimido el deseo profundísimo de maternidad le va a costar caro.

Hoy, que ve el futuro que quiere para si y sabe que no está viviendo de acuerdo con eso.

Hoy, Susana ha decidido dejarlo. Y la comunidad de desafortunadas ha ganado otra integrante.

24 comentarios

Archivado bajo los peores casos

Mentira

La verdad es que  hoy no había tenido un mal día.
Hasta que entonces, volviendo a casa, esto:

postvera

A mi no. Please.

A otra con ese cuento de que toda esta soledad, todo este sufrimiento es por algo.

De que un día voy a mirar hacia atrás y resignificar todo, aceptando que toda esta mala suerte serial valió la pena.

De que, llegado el momento dichoso en el que me dé de bruces con el amor de mi vida, iré a entender el pasado como un camino que me llevó a los brazos este hombre tan importante para mi, tan relevante para mi historia que, entonces, justifique con su sola presencia, como un premio al merecimiento personal, años y años de vida paria y maldita.

No es cierto que el amor de la vida se obtenga solamente habiendo llorado una cuota razonable de lágrimas antes.

No jodamos.

25 comentarios

Archivado bajo viernes 3 A.M.

prima indeseable

«Pasa tu zamba por la noche oscura, y el eco de tu voz en la llanura sigue buscando luz y primavera» – Atahualpa Yupanqui

 

Llegó la primavera.

Llegaron los colores, los perfumes, el amor…

Para Los Otros, siempre…

 

Para nosotras, Las Desafortunadas Seriales, esta estación que hoy comienza no es digna de celebración o júbilo alguno.

Por el contrario, los exuberantes aromas y los exóticos colores de la naturaleza que florece y se renueva nos recuerdan ese amor que no tenemos. Es como Valentine´s, pero prolongado durante meses.

Las horas diurnas se alargan, acortando las noches que debieran servirnos para vagar en búsqueda de un amor, reduciendo las posibilidades.

Aparecen las moscas, las cucarachas y el dengue. Sufrimos las alergias. Nos deshidratamos. Nos intoxicamos con alimentos que no conservaron la cadena del frío.

Es cierto que el frío pasó y el clima deja de ser hostil, pero ciertamente la moda de la estación es bien menos elegante y muestra sin discreción pieles blancas y pálidas, que han sido relegadas durante el equinoccio invernal.

 

Primavera, si…

Con las pautas en vía pública de preservativos.

Con todas esas flores, que nadie te regala.

Con las parejas consolidadas, que se demuestran públicamente su amor.

Con los adolescentes enardecidos traban el tránsito, que demoran la llegada a destino.

 

Llegó la primavera, entonces.

Llegó el brillo, la luz, los rostros felices.

Y vos, que quisieras hibernar en diferido, hasta el próximo invierno.

14 comentarios

Archivado bajo viernes 3 A.M.

Aunque no la veamos…

«Cellophane, Mister Cellophane, Shoulda been my name, Mister Cellophane

‘Cause you can look right through me, Walk right by me …And never know I’m there..«

 

  • Hoy mi papá invitó a almorzar a mis hermanos. No estoy incluida en el plan.
  • Mi hijo Juan jugó a la Play desde que se levantó, sin contestarme más que con monosílabos.
  • Cruzando la calle casi soy arrollada por un camionero.
  • Sonreí cuando escuché un piropo que, luego, me di cuenta que no estaba dirigido a mi.
  • Mi jefe no se decide a hacer mi evaluación de desempeño, que tenía due date en julio.
  • El diseñador gráfico que trabaja en mi equipo no lee los briefs que le paso.
  • Mis proveedores no cumplen con los plazos de entrega.
  • Hago un comentario sobre la selección de Maradona y ninguno de mis compañeros de oficina me responde.
  • Ninguno de mis ex está obsesionado conmigo.
  • Ningún hombre me invitó a salir, y es viernes. Y llueve.

Es mi destino, la historia de mi vida: los hombres no me ven, no me registran. Soy invisible.

(*) Post inspirado en un comentario que hizo hoy por la radio Maju Lozano.

10 comentarios

Archivado bajo predestinada

#AdLove

«No existe cosa más arriesgada que no arriesgarse» – Anónimo

Quiero que me pase lo del comercial de Movistar.

Ese en donde el chico ve a una chica y le saca una foto.
Y se la manda por sms a los amigos, diciéndoles que se enamoró, pidiéndoles que la identifiquen y lo ayuden a buscarla.
Y los amigos lo ayudan, y se arma una mega campaña web hasta que uno le dice que se llama Fulana y le pasa el facebook.
Y se encuentran a mitad de un puente en una metrópolis del primer mundo y se miran y contemplan el próspero futuro que les aguarda.

Quiero que me pase lo del comercial de Movistar.

Pero que el chico, en lugar de perder tiempo en sacar la foto, me guiñe un ojo.
Pero que el chico, en lugar de acercarse en forma indirecta, me pida el teléfono a viva voz, exponiéndose al rechazo, avergonzándose ante miles de transeúntes, porque de eso se trata correr riesgos.
Pero que el chico no deje librado al azar si me vuelve a ver o no en la vida.
Pero que el chico prefiera el mundo real.

Quiero que me pase lo del comercial de Movistar.
Aunque diferente…

28 comentarios

Archivado bajo viernes 3 A.M.

Acción Evasiva

 “El tiempo no tiene el mismo encanto para todo el mundo” –  William Shakespeare

Ayer madrugué, porque tenía que estar en el centro a las 7 sharp..
Me había pedido un taxi para las 6, con anticipación, ya que el compromiso que me esperaba exigía mi absoluta puntualidad.

La pesadilla empezó a las 6:05 cuando nadie tocó el timbre en casa. 
Enojadísima por los 5 minutos de atraso llamé a la agencia, reclamando a viva voz por el taxi que brillaba por su ausencia.
Una mujer con voz trasnochada me dejó en línea por 10 minutos y pasado ese purgatorio me informó que el vehículo había malinterpretado el lugar de mi residencia  y se encontraba a millones de kilómetros de mi departamento.

Pero que no me preocupe, dijo ella, porque raudamente el hombre atravesaría la ciudad para  encontrarse conmigo y llevarme a destino.

No fue así: el terriblemente irrespetuoso y claramente desubicado taxista solo llegó a las 6 y 40 cuando yo ya me había comido las uñas hasta lastimarme y había perdido toda esperanza de llegar puntual a mi cita.
Bajé a la calle como quien se deja llevar por el diablo, dispuesta a ladrarle ante el primer intento de disculpas.
Pero me llevé una sorpresa fuerte cuando, en lugar de lucir consternado, dicho taxista aguardaba mi llegada sonriente, sosteniendo abierta la puerta trasera del auto.
Pacífico, como quien no ha cometido ningún mal.

Resignada, entonces, entro al auto y me siento.

Sin subir y como si fuera dueño de todo el tiempo del mundo, gasta unos segundos eternos para entregarme 3 diarios de su propiedad y darme un pequeño discurso acerca de la prensa independiente, la ley de medios y otros asuntos de actualidad.
Me ve que dejo los diarios en el asiento y se anima a recomendarme que empiece la mañana informada.

Le ladro que hubiese querido empezar la mañana llegando a tiempo a mi cita, que si podíamos irnos, por favor.

Sube al auto y sale manejando despacito.

No pasan dos segundos y él ya está ofreciéndome una menta.
Luego una factura.
Dos cuadras adelante me pregunta qué música quiero y me hace recorrer todas las carpetas del mp3 que tiene conectado a sus parlantes.

Me hago la dormida y me ofrece una almohada.
Y sigue, sigue, sigue.

Tratando de dar un buen servicio. Esforzándose.
Y equivocándose una vez. Y otra. Y otra.

Abro los ojos y veo que estamos yendo al centro por Av. del Libertador.
Desde donde yo estaba era el camino más largo.

-“Discúlpeme, pero quisiera saber por qué estamos yendo por acá” – le digo, con ganas de gritarle y bajar de su auto en ese preciso instante.

-“Ahhh querida, es que es un día taaaaaaaaaan lindo que asumí que querías disfrutar de la vista de nuestros espacios verdes”, replicó.

No iba a ganar. No podía.
Así es que fingí una sonrisa y le dije: – “Bien hecho. Muchísimas gracias

Y pasé todo el resto del viaje pensando en las múltiples veces que terminé fingiendo para zafar de un hombre que no entiende la forma de hacerme sentir bien…

8 comentarios

Archivado bajo caraduras